Hola a todos/as. Bienvenidos/as al podcast que, con motivo del día internacional de los archivos, ha preparado, precisamente, el Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. En este episodio ficcionado vamos a hacer un viaje al pasado, para contaros el origen y la adquisición del grueso de nuestra colección fotográfica con signatura EXP, en la que se reúnen, como ya podéis adivinar, miles de positivos procedentes de cinco grandes exposiciones artísticas: la Histórico Europea (de 1892), la Franciscana (de 1927), la de Orfebrería y Ropas de Culto (de 1941), y la de Arte Sacro (de 1986), todas ellas celebradas en Madrid, menos la quinta, la más voluminosa y sobre la que vamos a incidir aquí, la Exposición Internacional de Barcelona (de 1929).
La adquisición de la colección
La Exposición Internacional de Barcelona se sustentó en tres grandes ejes temáticos: la industria (especialmente la eléctrica), el deporte y el arte. Y en este último, el Centro de Estudios Históricos de la Junta para la Ampliación de Estudios [e Investigaciones Científicas], participó a través del eminente [Manuel] Gómez-Moreno.
Quizá por ese antiguo vínculo, y por una fortuita pero feliz coincidencia que vamos a descubrir a continuación, algunas de las fotografías de los miles de objetos expuestos en el Palacio Nacional acabaron en el CSIC. Con base en algunos vestigios epistolares, que necesariamente hemos ficcionado, todo debió suceder, más o menos así:
Secretaria de Mateu: Don Felipe, ya está aquí don Joaquín
Felipe Mateu y Llopis (FML): Que pase, Montse, no le haga esperar
Joaquín Montaner (JM): Amigo Mateu, cuánto tiempo, enhorabuena por su nombramiento como director de esta fantástica Biblioteca Central
FML: Bueno, de eso hace ya un par de años
JM: Pero es que no nos vemos hace más de... cinco años, quizá
FML: Puede ser, sí, es verdá, siéntese por favor amigo Montaner. ¿Qué le trae por aquí?
JM: Pues, verá. Iré al grano. Como sabe, hace quince años tuve el privilegio de ser el secretario de la Exposición Internacional…
FML: Claro que lo recuerdo. Mi maestro don Manuel, revisó el catálogo que, mire, tengo ahí, en esa estantería de la derecha...
JM: Efectivamente, casi cinco mil objetos fueron expuestos en el Palau Nacional, 4899 para ser exactos, que Gómez-Moreno revisó, pues hay que reconocer que la primera edición fue un auténtico desastre. Las prisas, amigo Mateu, que nunca son buenas
FML: Qué memoria, amigo mío, y eso que es usted mayor que yo
JM: Pero no mucho, tengo recién cumplido el medio siglo
FML: Pues entonces no mucho, cierto, yo tengo 42… pero perdóneme, prosiga
JM: Le decía que con la enorme responsabilidad que supuso recibir en préstamo aquellos valiosos tesoros me di a la tarea de fotografiarlos…
En una interesante charla, Joaquín Montaner describió a [Felipe] Mateu cómo se habían fotografiado algunos de los miles de objetos que, entre 1928 y 1929, le fueron entregados en préstamo, recordando algo como esto:
Juan Manuel Albertí (JMA): ¡Nen!
Jordi (J): Diga, maestro
JMA: Busca al señor Montaner, y pídele que se acerque un momento
J: Pero, ¿y estas placas…?
JMA: Nada, ya las guardo yo, pero es importante que venga, porque creo que…
J: Mire, no hará falta, ahí viene
Joaquín Montaner (JM): Amigo Albertí, Jordi, ¿cómo están?
J: Bien, señor Montaner
JMA: Buenos días. Estaba el Jordi por irle a buscar, pues por fin ha llegado el turno del Poema del Cid, sobre el que me advirtió que debía fotografiarse completo…
JM: Así es, completo, después de Tomás Antonio Sánchez, un eminente bibliotecario del siglo XVIII, sólo han podido acceder a él un puñado de personas, literalmente, contados con los dedos de una mano, y sobran dedos. Florencia Janer, Mr. Huntington y nuestro erudito Menéndez Pidal. Es, sin duda, el manuscrito más importante de la lengua castellana...
Jordi, el avispado y curioso ayudante del fotógrafo, escuchó atento y maravillado la explicación de Montaner, mientras ayudaba a su maestro a abrir el manuscrito, iluminarlo convenientemente, enfrentarlo en perfecto ángulo recto al objetivo de la cámara, esa enorme cámara a la que ayudaba a poner y quitar frágiles placas de vidrio de la marca Gevaert, que compraban en cajas de ocho. Juan Manuel Albertí, su maestro, tras el artefacto montado sobre un pesado trípode, y bajo un paño negro, fotografiaba, uno a uno, todos los maltrechos folios de aquel mágico pero feo manuscrito, pues en comparación con otros que había visto el joven, éste era de pergamino tosco, amarillento, arrugado e incluso manchado. Pero esa, esa es otra historia. Volvamos ahora al despacho de [Felipe] Mateu, donde la conversación continuó así:
Joaquín Montaner (JM): …y todas esas placas, y los positivos, que tiré por duplicado, los pagué yo. Ya sabe, Barcelona, aún hoy, sigue pagando lo que se gastó hace 13 años… y lo que queda. Pero le decía, las pagué yo mismo, pues además así me curaba en salud. Había noches que no dormía, pensando en que pudiese pasar algo, un accidente cualquiera. ¿Se imagina…?
Felipe Mateu y Llopis (FML): ¿Me lo va a contar usté a mí? Todos los miembros del Cuerpo Facultativo que vivimos la Guerra, yo personalmente en varios destinos, incluido el rico monetario del Arqueológico, del que salvé, modestamente, algunas monedas, pasamos muchas noches, como diría Cervantes, de claro en claro, y los días también, de turbio en turbio (risas)
JM: Pues sabe de lo que le hablo. Pero mire, han pasado ya muchos años, y francamente no me valen para nada. No tengo espacio, ni tiempo, ni afán alguno por clasificarlas. Además, la mayor parte escapan a mi interés.
FML: Ya veo por dónde va, don Joaquín, pero no siga, no tenemos presupuesto, por modesto que sea, para atender a su más que razonable deseo…
JM: Pero…
FML: No, déjeme terminar, creo que sé cómo podemos solucionar esto. La colección, que se antoja importantísima como fuente inigualable de tesoros de toda clase… creo que puede interesarle a mi antiguo jefe en el Arqueológico, y miembro, precisamente, de la institución a la que también pertenece, aún, mi maestro, don Manuel
JM: ¿A quién se refiere? ¿A don Cayetano?
FML: No, Mergelina fue mi anterior jefe, me refiero a Blas Taracena, el director actual del Museo Arqueológico, y secretario del Instituto Diego Velázquez, del Consejo [Superior de Investigaciones Científicas], y donde tienen un magnífico fichero fotográfico de arte antiguo
JM: No lo había pensado
FML: Pero ese es su sitio natural, amigo mío… el Consejo es el sitio donde deben acabar sus fotografías.
JM: Estupendo, no sé hable más, ¿qué debemos hacer, cuál es el primer paso?
FML: Pásese por aquí mañana, traiga algunos datos, números, las señas de algunas de las piezas más significativas…
JM: Sí, bueno, lo tengo en la cabeza, lo recuerdo como si hubiese sido ayer, la verdad es que fue toda una experiencia.
Montaner y Mateu siguieron hablando un largo rato, hasta caída la tarde, rememorando experiencias y recordando a amigos comunes. Y al día siguiente, como habían acordado, Montaner llegó con unas notas, que sirvieron para redactar un primer borrador del ofrecimiento. Aquel boceto fue posiblemente ampliado, modificado y (re)hecho mecanográficamente en Madrid, quizá en el despacho de Blas Taracena, pues está fechado en la capital, y firmado por una mano que no parece ser la de Montaner, siendo una rúbrica cualquiera. Este documento final, guardado hoy en el Archivo del CCHS, de forma resumida, decía lo siguiente:
Al Excmo. Señor director del Instituto de arte y arqueología “Diego Velázquez”:
Excmo. Señor: Tengo el honor de ofrecer en venta al Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas una colección de fichas fotográficas de arte, de mérito extraordinario y único. Tratase de las copias de los clichés que se hicieron entre 1928-1929 de las obras y objetos artísticos e históricos que figuraron instalados en el grandioso Palacio Nacional durante la Exposición Internacional de Barcelona en 1929, cuya relación se halla en el catálogo que redactó y revisó el ilustre profesor Dr. d. Manuel Gómez Moreno.
Esta Colección se hizo especialmente para propiedad y pertenencia mía, como director de arte y conservador del palacio Nacional, y como secretario del certamen. Pero terminada la exposición, y felizmente devueltos los miles de objetos a sus legítimos propietarios, sin reclamación alguna, y transcurridos ya 13 años, ofrezco en venta esta colección particular que ya no me interesa poseer, por carecer de elementos y de espacio para clasificarla y conservarla. Además, porque no entran en el área de mis investigaciones, puramente literarias e históricas.
El número de fichas alcanza la cifra de 35 mil. Unas están pegadas sobre cartulinas, tamaño 18x24, con la identificación al dorso, otras son fotografías sueltas del mismo tamaño con el número del catálogo al dorso, y otras, simplemente sobre cartón o ampliadas excelentemente. Algunas están duplicadas.
El extraordinario valor de esta colección estriba en que abarca todo lo importante del tesoro artístico documental de España, y en que está formada por representaciones nutridísimas de objetos y obras fotografiadas por vez primera. Objetos y obras de suma importancia, pertenecientes a museos, centros oficiales, cabildos, iglesias, monasterios y a colecciones privadas de particulares de toda España, incluso del extranjero. Y esta rareza e importancia adquiere más valor si se tiene en cuenta que algunas de esas obras fueron destruidas o desaparecieron durante la revolución roja.
[…]
Un momento. Un pequeño paréntesis. Durante años la versión oficial franquista había sido esa, que los rojos fueron los responsables de la destrucción y el expolio del tesoro artístico, histórico y bibliográfico español. Pero, por fortuna, desde hace relativamente pocos años, se ha ido demostrando, con numerosas e inéditas fuentes archivísticas, todo lo contrario, que aún habiendo episodios criticables, en general las políticas y las actuaciones de la II República al respecto, fueron mayoritariamente no sólo contundentes y eficaces, sino también ejemplarizantes, pues sus métodos fueron emulados durante la II Guerra Mundial. Pero volviendo al final de la carta de Montaner… éste continuaba así:
Y esta rareza e importancia adquiere más valor si se tiene en cuenta que algunas de esas obras fueron destruidas o desaparecieron durante la revolución roja.
Desde luego, ni las grandes ni las pequeñas instituciones, ni Ruiz Vernacci, ni el fondo Laurent, ni el recién constituido Instituto de Arte Hispánico, nadie tiene estas reproducciones. Y lo más valioso es que resulta imposible formar otra colección como ésta, por cuanto algunos de esos objetos se hallan repartidos por toda España, o simplemente ya no existen.
Ofrezco esta colección, en su totalidad, al precio de noventa mil pesetas.
Este precio es ventajosísimo y muy bajo. Actualmente la Casa Ruiz Vernacci, por ejemplo, vende sus copias fotográficas corrientes, esto es, reproducciones conocidísimas y divulgadas centenares de veces, a 10 ptas. Por tanto, creo sinceramente que la posesión de este fichero puede interesar de manera indiscutible como base magnífica de estudio para la historia del arte en España, en todas sus manifestaciones, y en todas sus épocas.
En [Barcelona], 10 de marzo de 1943.
Fdo. Joaquín Montaner
En el mismo folio mecanografiado, en el margen izquierdo del recto, se incluyó un informe firmado por el director el día siguiente, el 11 de marzo, y que decía que el Instituto Velázquez estimaba muy conveniente dicha adquisición, pues por un dispendio relativamente moderado, se aumentaría extraordinariamente el archivo fotográfico del Instituto.
Y sólo cinco días después, el 16 de marzo, el Secretario General del CSIC, comunicó a Taracena el acuerdo del Consejo Ejecutivo, que era positivo, y autorizaba al Instituto a realizar las gestiones precisas para ultimar el precio, dentro de lo propuesto por Montaner, que finalmente se fijó en 85 mil ptas., 5 mil menos de las solicitadas.
Aunque, como es habitual aún ahora en la administración, el director de las bibliotecas del CSIC pidió a Taracena modificar (aún más) la memoria justificativa, pues como no estaba previsto hacer ese gasto, se debía justificar como adquisición de una biblioteca de libros reproducidos, pues ciertamente se compraron copias íntegras de varios importantes manuscritos, como el Poema del Cid.
El 20 de marzo, el intermediador Mateu, escribió a Taracena.
Mi querido amigo: Por pocos minutos no pude tener el gusto de oírle el jueves por la tarde. A poco de hablar Vd., me puse inmediatamente en comunicación con el amigo Luis Pericot. Esta mañana ha venido el Sr. Montaner y me ha entregado los documentos en virtud de los cuales el Consejo nos encarga de la gestión.
He pensado, de acuerdo con Pericot, que lo mejor es que el lunes, a primera hora, se trasladen los paquetes de fotografías del Sr. Montaner, en una camioneta, a esta Biblioteca, donde se hará el recuento y se embalarán inmediatamente en forma debida.
Pericot me dice que la cantidad la enviarán ustedes por transferencia a su cuenta corriente en el Banco Español de Crédito.
Quería escribirle, además, para felicitarle por su nombramiento de secretario del IDV, que celebro muy sinceramente.
Le tendré al corriente de la marcha de estas gestiones y de la forma de envío de las fotografías.
Con el afecto siempre, quedo suyo, atto. ss. y amigo
Felipe Mateu y Llopis
Y sólo tres días después, el 23 de marzo, Mateu reiteró a Taracena:
Mi querido amigo. Lo hablado en nuestra conferencia de ayer ha sido modificado forzosamente en los siguientes términos:
1º Hoy se han hecho cargo la Agencia Rey Soler de las diez cajas de fotografías. esta tarde se ha facturado, en expedición n.º 5814 de esta fecha
2º No ha sido posible, en modo alguno, enviarlas por camión. Y de no hacerlo hoy por tren, nos exponíamos a que no saliera en varios días
3º La agencia Rey Soler les presentará facturas de gastos, pues para evitar giros de ustedes a la biblioteca, la expedición va a portes debidos. Únicamente se deberá a la biblioteca la nota de gastos de transporte y embalajes desde la casa del señor Montaner a la Agencia, nota que ya le enviaré a Ud. como quedamos
4º Incluyo talón de la agencia con el importe del seguro, 85 mil ptas.
Perdone que no me extienda más, pero quiero alcanzar el correo de hoy.
Suyo, afmo. ss. y amigo, Felipe Mateo y Llopis.
Al día siguiente, el miércoles 24 de marzo, Federico Mateu volvió a escribir a Blas Taracena para remitirle una factura de 245 ptas. adicionales, adeudadas a un carpintero local, quien había arreglado las maltrechas cajas donde se guardaba la colección de Montaner, y que debieron ser intervenidas para el envío. En ella le preguntaba también por el giro del Consejo para saldar la deuda. Y como las cosas de palacio siempre han ido despacio, sabemos que el pago al vendedor tardó algunos días en concretarse, pues Montaner lo reclamó varias veces, según ha quedado testimonio en nuestro archivo, en un telegrama, en cuatro notas más de Mateu, y en una carta manuscrita, en la que decía...
Admirado amigo Blas Taracena, el martes por la noche quedaron en el correo las diez cajas de mi fichero fotográfico. Los señores Mateu y Pericot me dieron facilidades para realizar los traslados y embalajes con verdadero deseo de servir a los intereses del Consejo. La rapidez con que se ha hecho el envío, lo demuestra así. En cambio, Pericot no sabe nada aún de la transferencia a su cuenta en el Español de Crédito. ¿Sería excesivo pedir a Ud. que influyese para que por teléfono, o telégrafo, se alivie la solución? No quiero quiero acabar esta carta sin reiterar a ud. mi mayor gratitud y estima, y pedirle de nuevo que me disculpe por las molestias que le he ocasionado. Estoy dispuesto a servir siempre en lo que de mí necesite, o necesiten. Salude con el mejor respeto al marqués, en mi nombre, y quédese uno Ud. con el afecto cordial de su buen amigo.
Joaquín Montaner
Al final, con esta compra, el fichero de arte antiguo del Diego Velázquez prácticamente duplicó su fondo fotográfico. En total, se recibieron 36 300 fotografías y 400 clichés de 18x24. La mayoría de los positivos venían pegados en cartones de tres tamaños diferentes, algunos de más de medio metro, y unos 15 mil venían sin montar. Después de un primer inventario, quizá realizado por Olimpia Mélida, encargada del fichero entre 1944 y 1954, comprobó que el CSIC guardaba copia gráfica del 70% de los objetos mostrados en la Exposición Internacional de Barcelona…
Olimpia Mélida (OM): …1538, 1539 y 1540… don Blas
Blas Taracena (BT): Dígame, Olimpia
OM: Ya tengo el informe final del inventario de la colección de fotografías compradas al señor Montaner.
BT: El marqués de Lozoya está muy interesado en saber el resultado…
OM: Pues tenemos fotografías de 3359 objetos, de los 4899 recogidos en el catálogo revisado por don Manuel, y nos faltan 1540. Así que tenemos prácticamente el 68% de los objetos y obras de arte expuestos en Barcelona. Y con estas fotografías, por otro lado, hemos duplicado nuestra colección.
BT: Muy bien, señorita Mélida, prepare el informe para mandárselo al director, para que figure también en las memorias del Instituto, y del Consejo
OM: Así lo haré, don Blas.
FIN
Por orden de intervención:
Narradora: Rosa Mª Villalón Herrera
Secretaria y Olimpia Mélida: Raquel Ibáñez González
Felipe Mateu y Llopis y Blas Taracena: Jon Zabala
Joaquín Montaner: Fernando Arce Sainz
Juan Manuel Albertí: Félix Sánchez Constenla
Jordi: Sergio Pozos Ariza