Elegí para el discurso de ingreso en el Centro de Estudios Salmantinos, momento tan principal para mí, el aula magna de la Universidad Pontificia, esplendoroso espacio en el que defendí, el 6 de febrero de 1982, la tesis de doctorado: Antropología regional, reflejada en las joyas de la Sierra de Francia y Candelario, siglos XV al XX. Mantengo ahora como marco para este libro las palabras de presentación, la contestación al discurso y su título: La sagrada belleza de las joyas serranas y candelarias. La patena, el tablero, la firmeza, el corazón de la novia. Piezas de devoción que componen los capítulos de la primera parte de la obra, añadiendo doce de joyas-utensilio para la segunda parte. Las arquitecturas que dan cuerpo y substancia a este libro son, en primer lugar, las fuentes escritas (más de 900 documentos estudiados) y los textos literarios; las fuentes de tradición oral que nos ofrecieron como herencia impagable nuestros informantes y las joyas-testigo conservadas en las arcas de las casas serranas en colecciones particulares y museos; legados a los que hemos tenido acceso. A todos ellos nuestro mayor reconocimiento y gratitud.
Por su importancia patrimonial en el ámbito de la antropología y de la cultura, presento de nuevo hoy un tema de joyería salmantina, firmemente convencido de que a través del conocimiento de la indumentaria se accede al de la sociedad. Las joyas activan el diálogo entre apariencia, identidad, posición y linaje. Las joyas, en su espléndida variedad, proporcionan a la persona y a la casa familiar adorno, prestigio, protección y utilidad. En este sentido la mujer, más que el hombre, se convierte en el mejor escaparate del poder familiar. Las joyas hacen también aflorar la manifestación de las pasiones y tienen presencia en el coleccionismo y el mecenazgo. Los conceptos de imagen (buena imagen) y dignidad se han medido secularmente en fórmula de refranes, atendiendo a la calidad y fábrica del vestido y fueron para el vulgo «los evangelios chiquitos», en expresión recogida por el Maestro Correas en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales, en la Salamanca de 1627: «Como te ven te aprecian»; «Como te veo el hato ansí te cato»; «Londres [refiriéndose a este tipo de tela] con que me honres»; «El traje hace al señor, que no ser hijo de emperador»; «El buen traje encubre el mal linaje». Los refranes vienen a convertirse en un como depósito moral de las virtudes (también de las flaquezas), que el vestido y las joyas resaltan, magnificando la hermosura de las personas.
El marco geográfico que presentamos comprende la comarca salmantina de la Sierra de Francia y Candelario en la de Béjar, donde los plateros mantienen aún la denominación de oribes, conservando la fidelidad al nombre latino: auri faber. Ya en el año 1489 se alababa en una Cédula Real la maestría de los plateros salmantinos, «que saven lavrar muchas cosas finas e polydas de oro e plata».
Salamanca, Ciudad Rodrigo, Béjar, Coria y Plasencia fueron los principales centros de orfebrería que abastecieron la Sierra de Francia y Candelario, además, claro está, de los maestros plateros locales. La diferencia que se percibe en los documentos serranos es que, mientras los plateros de esas ciudades recibían los encargos de las piezas más sobresalientes del ajuar doméstico y principalmente del litúrgico, la joyería tradicional de los oribes locales atendía a las necesidades de la indumentaria diaria y a la de galas, en especial las joyas relacionadas con la mujer (Cea 1996: 183-236).
Como mapa preliminar y a manera de árbol taxónomico presentamos las distintas familias de las joyas, su ubicación en el cuerpo, formas que plantean, materiales de que se componen y función socio-religiosa, protectora y utilitaria que mantienen (Cea 1991: 131-141).
Para este trabajo se han utilizado diversos tipos de fuentes:
Para el estudio de las piezas deben tenerse en cuenta las siguientes premisas: fábrica y guarnición de que se componen, año de aparición y de extinción, número de veces que se cita en cada localidad; denominación con que son conocidas; variantes y elementos que presentan, medidas, peso, precio en que se estiman y estado de conservación 1; guarnición y colores, si se describen. Otros datos relacionados con el uso diario y festivo, tendencias en la moda y demás aportaciones documentales y de tradición oral, o escrita.
Presentamos ahora, en edición digital, el análisis de un conjunto de joyas serranas y candelarias que ofrecen distintas realidades. La primera realidad marca el tiempo en que esa joya fue vivida, habitada, y luego transmitida y realojada por herencia; lo que cada pieza dice en el cuerpo de su dueño (y también de su creador), que puede modificar en vida su uso y destino. Esto durante una o muchas generaciones en vivido ritual, hasta que, en un último paso, queda fosilizada como recuerdo y testigo mudo en las arcas. Pero existe un paso más, en este caso en la vida de las joyas. El que se produce entre el informante y el informado, en trabajo de campo, y entre el documento y el investigador, en el de archivo. Podríamos decir que la joya cambia de destino: es mandada primero al investigador y transmitida luego al lector, quienes, de algún modo, se convierten en sus verdaderos poseedores.
Existe, pues, una segunda realidad, la realidad rescatada en estos más de 900 documentos estudiados aquí desde una perspectiva diacrónica (siglos XVI al XX), que nos permite devolver a la vida la pieza; en cierta manera, esta especie de exhumación es también una resurrección. Se trata de un retrato fijo ofreciendo el valor de la circunstancia feliz que hizo pasar la joya a papel, en el que participan varios personajes: testadores, testamentarios, herederos, tasadores, escribanos, mayordomos de cofradía y de fábrica, visitadores eclesiásticos y donantes. Todos estos agentes aportan al dibujo y verdadero retrato de la joya los elementos, características, emociones, matices y circunstancias que la definen y perfilan con menor o mayor nitidez, según los casos: cómo nos suena esa joya escrita, nombres que recibe, a veces quién la creó y siempre quién la heredó, quiénes la tasaron y cómo, lo que pesaba, cuánto valía, cuándo se utilizaba, por cuántas manos pasó y en cuántos cuerpos se alojó, cómo fue transferida y cómo la poseemos y disfrutamos hoy al leerla y al verla (es nuestro modo de tenerla); o bien murió o sobrevive, que es la realidad arqueológica y nuevamente rescatada, la realidad de la pieza y del documento-testigo.
Al principio pensé en modernizar la grafía de los documentos para facilitar la lectura, pero después caí en la cuenta del interés filológico de conservar la grafía original, salvo en los precios y peso de las piezas cuando se consignan, de modo que los textos que reproduzco se aprovechen por filólogos y desde otros puntos de vista.
Texto y contexto ayudan a entender y descifrar estas joyas (a un tiempo apasionantes y huidizas), que analizamos hoy. Joyas serranas y candelarias, no porque necesariamente hayan tenido su nacimiento en estas poblaciones, sino porque aquí se han vivido y conservado.
De entre la fascinante diversidad de posibilidades que ofrecen las joyas en la Sierra de Francia y Candelario, entresacamos, para la parte primera, una selección de las más principales, con una importancia intrínseca, socio-religiosa y económica, algunas de larga vida, casi perpetuada, y hasta cierto punto imprescindibles para mantener vivo el prestigio personal y familiar: la patena, el tablero, la firmeza, el corazón de la novia, el corazón de santa Teresa y otras variantes de corazones que se agrupan dentro de la familia de las medallas y de la de los relicarios; de algunas de estas joyas diríamos que participan de una feliz hibridación. El ritual de Vistas y su traje fueron el escaparate de muchas de las piezas que presentamos aquí, costumbre que utiliza la santa de Ávila en las Moradas como ejemplo de los esponsales entre alma y Dios.
Junto a ellas y para la segunda parte analizamos otras joyas que, en algunos casos, marcaron modas más inestables y pasajeras: la cuchara y el tenedor –o el macho y la hembra–, el escarbador o escarbadientes, el bernegal y el barquillo, el abanico, la sombrilla, el paraguas, el bastón y el junco o caña; el reloj de faltriquera y el espejo, las tijeras, la navaja, el alfiletero, la trucha o pez, el chupador; la esquilita o campanilla, el cascabel y la cascabelera y la poma de perfumes o poma de oler. Joyas de ostentación, amuletos y joyas-utensilio que pueden ofrecer en esta obra una visión nueva y contrastada.
Planteamos sobre todo el análisis de unas joyas como vía que nos acerca al conocimiento de una sociedad que las tiene como suyas y que, en algunos casos, son su crisol de identidad.