Ángel Garma Zubizarreta fue una destacada figura de la llamada Edad de Plata de la cultura española. Su vida y su obra sufrieron avatares muy similares a los de otros hombres y mujeres que participaron activamente en el desarrollo científico y en la vida cultural de la España de los años veinte y treinta. Sus itinerarios vitales fueron análogos en muchos casos: formados en el extranjero, gracias a las pensiones de la Junta para Ampliación de Estudios, regresaron a España donde ocuparon cargos docentes o de investigación y, tras el estallido de la Guerra Civil y la posterior dictadura, marcharon al exilio. En ocasiones, la historiografía nacional se ha visto limitada por la ruptura que supuso la guerra y sus consecuencias, de modo que no pocos estudios sobre científicos de ese periodo se han dado por finalizados en 1936 o 1939.
Una vez analizada su vida y su labor desarrollada en España, se suele recurrir a frases como “… y tras la guerra civil marchó al exilio”, quedando suspendida en ese momento la investigación. En el fondo, es una forma de condenar a muerte (por muy simbólica que ésta sea) a una serie de individuos que siguieron trabajando y colaboraron muy activamente en el desarrollo cultural y científico de los países de acogida. Es cierto que, en los últimos tiempos, el interés por el exilio de científicos, artistas e intelectuales republicanos ha ido en aumento y existen cada vez más aportaciones al respecto, pero siguen siendo necesarios estudios conjuntos que aborden la trayectoria completa de determinados autores, cuyos recorridos vitales y profesionales transcurrieron en países diferentes, con la consecuente dispersión de fuentes. Los archivos personales son, sin duda, de una gran utilidad para paliar, aunque sea en parte, este tipo de desajustes.
Ángel Garma es un genuino representante tanto del talante y los logros de aquella Edad de Plata, como del exilio republicano. Su condición de “primer psicoanalista español” y su papel en la difusión del psicoanálisis entre el grupo de psiquiatras madrileños que conformaron la “generación de los Archivos de Neurobiología”, así como sus aportaciones al psicoanálisis aplicado a la educación infantil, se vieron truncados por la sublevación franquista, pero su vida y su obra continuó en Buenos Aires donde acabó siendo uno de los fundadores del importante movimiento psicoanalítico argentino y un psicoanalista de gran prestigio en el escenario internacional.
La donación que su hija Carmen Garma hizo del Archivo personal de su padre al Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC (Archivo-Biblioteca Tomás Navarro Tomás) tiene una importancia histórica y archivística excepcional. Por un lado, forma parte de un patrimonio histórico-científico que es necesario conservar y custodiar y, por otro, contribuye a la necesaria preservación de la memoria histórica en el ámbito que nos ocupa, valorando y tratando con respeto objetos y documentos del pasado.
Pero además, el Archivo de Ángel Garma constituye un corpus documental de incalculable valor para la investigación histórica de la ciencia, la medicina y el psicoanálisis, que va más allá de las fuentes impresas o los documentos oficiales. Permitirá a los investigadores reconstruir su biografía con datos inéditos, teniendo en cuenta sus relaciones con otros colegas, a través de un amplio epistolario, y conocer la formación de redes internacionales de distribución y uso del conocimiento psicoanalítico, o las discusiones, con sus acuerdos y desacuerdos, que tuvieron lugar a propósito de la organización de determinados congresos o reuniones de especialistas. También, las cartas o los borradores anotados de algunos originales pueden ilustrar sobre el proceso de elaboración de los resultados de una investigación concreta y de sus dificultades. Finalmente, algunas fotografías o programas de eventos pueden ofrecer claves para analizar su vida social y sus relaciones profesionales.
El Archivo de Ángel Garma contiene documentos que, como decimos, nos muestran una parcela importante de su biografía, pero la tensión entre lo biográfico y lo social se hace patente al relacionar la vida con la obra del autor, al confrontar la experiencia vivida con la producción de conocimiento. Cada cual es producto de su entorno socio-cultural: los años de formación (en una universidad u otra, con unos profesores u otros); la vida profesional (la pertenencia a una determinada “escuela”, el lugar de trabajo con unas condiciones labo¬rales específicas), la vida social (el origen familiar, las relaciones sociales de cualquier índole, etc.), el compromiso político, etc., constituyen un cúmulo de circunstancias, unas veces producto del azar y otras de decisiones más o menos meditadas, que pueden llegar a desempeñar un papel fundamental en los contenidos de su obra. Todos estos elementos también podrán obtenerse de los documentos del Archivo, sobre todo si se sitúan en contexto y si se comparan con otras fuentes primarias y secundarias, entre las que destacan las procedentes de otros archivos similares de contemporáneos como el de Gonzalo Rodríguez Lafora, custodiado también en el CCHS- Archivo-Biblioteca Tomás Navarro Tomás.
Rafael Huertas, profesor de investigación del Instituto de Historia (CSIC)